martes, 23 de junio de 2020

El ciclo de las estrellas - Andrea Verónica Ahumada

9.5
El ciclo de las estrellas.
Las vidas de las estrellas.





Para comenzar a hablar sobre las vidas de las estrellas, sobre cómo es el ciclo de sus vidas, debemos saber cuáles son las ecuaciones y condiciones que gobiernan o regulan el interior de las mismas. Antes que nada, se deben realizar las siguientes suposiciones, solo válidas en una primera aproximación: (i) Todas las estrellas presentan simetría esférica, (ii) no sufren la presencia de fuerzas externas, y los efectos producidos por los campos magnéticos y/o de la rotación son despreciables, (iii) la composición química inicial es uniforme en toda la esfera, y (iv) se encuentran en estado estacionario, es decir que los cambios que en ellas se producen son muy lentos.
Hechas estas suposiciones, hay cinco ecuaciones fundamentales que regulan los interiores estelares:
- La ecuación de equilibrio hidrostático, la cual indica que existe un balance entre la gravedad que empuja hacia el centro (el peso de cada elemento de volumen) y la presión de los gases (que empujan hacia afuera). Es decir, que esta ecuación balancea la fuerza gravitatoria que hace que se contraiga la masa con la fuerza de presión de los gases. Este balance es fundamental para que la estrella se mantenga estable, es decir ni se contraiga ni se expanda.
- La ecuación de conservación de la masa indica cómo la masa en el interior de la estrella, que se encuentra a una cierta distancia, cambia con la distancia al centro de la misma.
- La ecuación de estado señala que el gas que compone la estrella se comporta como un gas ideal.
- La ecuación del equilibrio térmico muestra que la energía total que pierde la estrella por unidad de tiempo es compensada por la energía nuclear generada por unidad de tiempo en el interior de la estrella.
- La quinta ecuación hace referencia a la manera en que se transporta la energía generada en el centro de la estrella hacia su superficie. Si bien existen tres mecanismos de transporte de energía: radiación, convección y conducción, el que prevalece, en general, es el transporte radiativo. Este mecanismo permite que la energía sea transmitida por fotones.
A partir de estas ecuaciones se puede obtener la denominada “relación masa-luminosidad”, la cual indica que la luminosidad de una estrella es directamente proporcional al cubo de su masa. Sumado a esto, el enunciado de Vogt-Russell establece que son la masa y la composición química de una estrella las que determinan su radio, luminosidad y estructura interna, como así también su evolución posterior. Es decir que la masa, en primer lugar, y la composición química en menor medida, son las que determinan el resto de las propiedades estelares.
Para referirnos al ciclo de las estrellas, debemos comenzar mencionando cómo nacen las mismas, y qué es lo que las lleva a convertirse en estrellas. Las estrellas nacen de enormes nubes moleculares de muy baja temperatura (por lo que abundan las moléculas) que se encuentran en el medio interestelar, junto con H y He. Por alguna razón ésta se comienza a comprimir en una zona en particular, formando un centro de condensación de gas y polvo, hacia el cual colapsan las porciones circundantes de la nube molecular. De esta manera se genera un objeto denso llamado protoestrella. La protoestrella continúa contrayéndose y la energía potencial gravitatoria se convierte en energía térmica, hasta que la temperatura en el interior es tan alta que da comienzo a la fusión nuclear; la presión y la temperatura en el interior estelar se estabilizan y se detiene la contracción gravitatoria. Ha nacido una estrella. A veces, la masa inicial no es la suficientemente alta, y estamos en presencia de una estrella fallida, denominada “enana marrón” (o enana café), con masas que oscilan entre las 10 y las 80 masas de Júpiter, es decir con masas entre 0.01 y 0.08 masas solares, aproximadamente.
Las estrellas pasarán la mayor parte de su vida, sea larga o corta, en un estado de equilibrio termonuclear, fusionando el H de sus núcleos en He. El proceso por el cual harán esta transformación, dependerá de la temperatura que tengan en sus núcleos. De esta manera, la composición química del centro de la estrella irá cambiando muy lentamente, lo que implica un cambio en la estructura estelar. Para una estrella como el Sol, su tiempo en este estadio, denominado “secuencia principal” (en el Diagrama de Hertzprung-Russell, ver figura) es de alrededor de 10.000 millones de años, en tanto que para una estrella con una masa de un tercio de la solar será de 100.000 millones de años, y para una estrella 15 veces más masiva que el Sol será de solo un millón de años. Es decir que dependerá de su masa inicial: las más masivas evolucionarán más rápido, en tanto que las menos masivas lo harán más lento. Y de ésta dependerá cómo será su posterior evolución.

Diagrama Hertzprung-Russell.


Las estrellas de baja masa, es decir con masas inferiores a ~ 5-8 masas solares, como es el caso de nuestro Sol, comenzarán a acumular He en su núcleo, que por ser más pesado, se contrae aún más, en tanto que las regiones exteriores se comienzan a expandir, aumentando así su tamaño y su luminosidad, aunque la temperatura de las capas exteriores disminuye, debido a que se encuentran alejadas del centro. De esta manera, la estrella se ha convertido en una “gigante roja”. Para estrellas de masas superiores a las indicadas, sus tamaños y luminosidades serán aún mayores, por lo que se convertirán en “supergigantes rojas”. Una vez que el núcleo ha fusionado aproximadamente la mitad de H en He, el núcleo, ahora de He, se contrae aumentado su temperatura, fusionando partículas aún más pesadas, tal como el He en Be, y luego en C. Este proceso se denomina: “proceso triple alfa”. Así la estrella se podría comparar con una cebolla, ya que en cada capa van apareciendo diferentes elementos químicos.
Una vez que el He de su núcleo se ha agotado, el núcleo estelar, ahora más pesado, se contraerá, por lo que aumentará la temperatura. Iniciando nuevamente la fusión del H en las capas subsiguientes. Por este motivo, las regiones externas volverán a expandirse, disminuyendo nuevamente la temperatura en las capas superiores. Este proceso puede continuar de acuerdo a la temperatura, para obtener elementos químicos cada vez más pesados, como el Al, Si, etc. De esta manera, se puede pensar una estrella con un núcleo muy pesado, en la que en cada capa se están generando nuevos elementos. En el caso de estrellas de baja masa, el núcleo de C no se puede transformar en elementos más pesados, por lo que el núcleo se contraerá rápidamente, y aumenta la temperatura que le permitirá al He que rodea al núcleo, fusionarse en elementos más pesados. Las capas externas se expanden y enfrían, por lo que ahora la estrella consta de dos partes, por un lado, un pequeño núcleo extremadamente denso de C, denominado “enana blanca”, y por el otro, una envolvente que tiene el tamaño del Sistema Solar, la denominada “nebulosa planetaria”. Vale aclarar que las nebulosas planetarias deben su nombre a que cuando fueran descubiertas con los instrumentos que había disponibles, presentaban una apariencia borrosa, tal como la de Urano.
Una enana blanca brilla solo por su elevada temperatura. A medida que se enfría, su tamaño no cambia significativamente, simplemente se hace cada vez más débil y finalmente cesa de brillar, transformándose en lo que se denomina una “enana negra”, aún un objeto teórico. Las enanas blancas presentan radios muy similares al de la Tierra y masas del orden de la mitad de la masa solar, es decir una masa del orden de 150.000 masas de la Tierra, contenida en el mismo radio, por lo que son objetos extremadamente densos. El motivo por el cual existen densidades tan elevadas en las enanas blancas se debe a que toda la energía nuclear ha sido consumida y la estrella se contrae gravitacionalmente hasta que la presión del gas degenerado de electrones la detiene. Existe un límite de masa más allá del cual no pueden existir enanas blancas estables. Dicha masa límite es conocida como “límite de Chandrasekhar”, que es aproximadamente 1.4 masas solares. Si la masa de la estrella central es mayor que 1.4 masas solares, entonces se producirá un colapso del núcleo que liberará una enorme cantidad de energía. Este fenómeno de explosión y eyección de materia se denomina “supernova”. Durante este colapso se producen numerosos elementos pesados que son liberados al medio interestelar, enriqueciéndolo. Durante el fenómeno de supernova, la radiación emitida es tan grande que el brillo de la estrella puede ser del orden de la galaxia que la alberga. La estrella central se transformará en una “estrella de neutrones”, en tanto que si el remanente es mayor a 4 masas solares, se formará “agujero negro”. Hay dos capítulos dedicados a estos dos particulares objetos.
Hace más de cuatro siglos que no se observa una supernova en nuestra Galaxia, aunque sí en otras galaxias. Las supernovas producen destellos de luz muy intensos que pueden durar desde varias semanas a varios meses. Se caracterizan por un rápido aumento de la intensidad hasta alcanzar un máximo, para luego decrecer en brillo de forma más o menos suave hasta desaparecer completamente. Vale mencionar dos casos particulares relacionados con este fenómeno: por un lado el registro de la supernova que se observara en la Nube Mayor de Magallanes (1987A), que los conocedores, pudieron registrarla a simple vista prácticamente, permitiendo tener un registro preciso de este fenómeno desde su comienzo, y por otro lado, el estudio de supernovas realizada en Chile entre los años 1989 y 1996 (Proyecto Calán-Tololo – C&T) que permitiera contribuir a determinar la expansión acelerada del Universo. Respecto a nuestra Galaxia, se espera que en los próximos años (en uno o 1000 más) se pueda disfrutar de una supernova. Todos los ojos están puestos en Betelgeuse y en Eta-Carinae… ¿Lo veremos?
La última línea de esta contribución va dedicada a Carl Sagan, mi primer Maestro Astronómico, gracias a quien pude descubrir el firmamento y saber que estaba a mi alcance1.

Notas:
1 Nota de los coordinadores. Texto maravilloso de Andrea en el libro CIENCIA, y yo quiero ser científico!!! Este texto se titula “Y yo quiero ser… Astrónoma Observacional” y está disponible:
https://yoquierosercientifico.blogspot.com/2018/01/yo-quiero-ser-astronoma-observacional.html


Andrea Verónica Ahumada.
Doctora en Astronomía.
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).


No hay comentarios:

Publicar un comentario