Páginas

Páginas

martes, 23 de junio de 2020

Una Solución a la Paradoja de Fermi: el Principio Subantrópico y la Conjetura de Indetectabilidad - Beatriz Gato Rivera

12.1
Una Solución a la Paradoja de Fermi: el Principio Subantrópico y la Conjetura de Indetectabilidad.
Enciclopedia galáctica.


(Efectos de sonido y edición del audio: Bert Schellekens)





La Paradoja de Fermi.

En el verano de 1950, en Los Alamos, los físicos nucleares Enrico Fermi, Edward Teller y otros colegas sacaron el tema de los objetos volantes no identificados (OVNIS), muy popular en aquella época, mientras conversaban durante una comida. Al cabo de un rato, cuando ya habían pasado a otro tema, Fermi de repente preguntó: Pero, ¿dónde se han metido todos? (Where is everybody?). Haciendo rápidos cálculos mentales, Fermi había llegado a la conclusión de que numerosas civilizaciones alienígenas deberían haber estado por aquí, visitando la Tierra, desde hace muchos miles o millones de años. Por tanto, ¿por qué no vemos alienígenas a nuestro alrededor? Esta cuestión constituye la Paradoja de Fermi.

Ocurre que en nuestra galaxia hay miles de millones de estrellas mucho más antiguas que el Sol, muchas de ellas miles de millones de años más antiguas (en la ‘zona de habitabilidad’ de la galaxia son en promedio mil millones de años más antiguas). Por consiguiente, en nuestra galaxia tienen que haber surgido muchas civilizaciones antes que la nuestra, y una fracción de ellas podría haberse expandido a través de vastas regiones e incluso a través de toda la galaxia. Otros argumentos apuntando en la misma dirección incluyen estimaciones sobre el tiempo de vida de las estrellas de segunda generación, dentro de las cuales se crean los elementos químicos de la materia orgánica, y también estimaciones sobre el tiempo total que necesitaría una civilización tecnológica para colonizar, o explorar, toda la galaxia. En lo que respecta a las estrellas de segunda generación, resulta que se forman sólo dos millones de años después de las estrellas supermasivas de primera generación (estas agotan su combustible explotando como supernovas en un millón de años sólamente y se requiere otro millón de años para que la materia residual forme nuevas estrellas). Así pues, la aparición de materia orgánica en nuestra galaxia podría remontarse a varios miles de millones de años antes de que el Sol existiera. En cuanto al tiempo total necesario para que una civilización tecnológica pudiera colonizar, o explorar, toda la galaxia, cálculos conservadores de modelos de difusión dan estimaciones de entre 5 y 50 millones de años, que es una escala de tiempo corta a nivel cosmológico. Además de estas consideraciones, el hecho de que la vida en la Tierra apareciera en época muy temprana apoya la tesis, mantenida por muchos científicos, de que la vida debe de ser abundante en el Universo.

Se han propuesto muchas soluciones a la Paradoja de Fermi, que podríamos clasificar como expansionistas y no-expansionistas dependiendo de si parten del supuesto de que las civilizaciones tecnológicas se expanden, de forma genérica, a través de grandes regiones de su galaxia; o al contrario, no se expanden más allá de una pequeña vecindad. Entre estas últimas, las soluciones más populares sostienen que el viaje interestelar es imposible, sin importar el nivel científico y tecnológico alcanzado por una civilización, o que las civilizaciones avanzadas no tienen ningún interés en expandirse a través de grandes regiones de su galaxia, e incluso que las civilizaciones tecnológicas se aniquilan a sí mismas, o desaparecen debido a catástrofes naturales, antes de poder extenderse por su galaxia.

A su vez, las soluciones expansionistas más populares presentan dos posturas irreconciliables. Por una parte, están aquellos que propugnan que es muy improbable que emerja vida inteligente en el Universo y que estamos prácticamente solos en nuestra galaxia, ya que, de no ser así, tendrían que habernos visitado algunas civilizaciones alienígenas necesariamente. En las antípodas de los anteriores, por otra parte, están los que sostienen que las civilizaciones avanzadas abundan en el Universo, que visitan la Tierra en el presente, por diferentes motivos, y también la han visitado en el pasado. A este respecto, cabe señalar que algunos científicos, militares y pilotos de varios países, así como muchos autores de libros populares, llevan décadas proponiendo que algunos OVNIS pudieran ser naves extraterrestres y algunos de los ‘dioses de los cielos’, que proliferan en muchas tradiciones ancestrales, podrían haber sido astronautas alienígenas. Las razones de que tales civilizaciones no contacten abiertamente con la nuestra podrían ser varias. Por ejemplo, las civilizaciones avanzadas podrían tener códigos éticos que les impidieran interferir con civilizaciones primitivas, tal como sugirió Carl Sagan en su obra COSMOS. Y también podría suceder que nos ignorasen por falta de interés, debido a nuestro nivel tan primitivo, entre otras posibilidades.


El Principio Subantrópico y la Conjetura de Indetectabilidad.

En el verano de 2003, hice una propuesta para resolver la Paradoja de Fermi [1,2], tras una sencilla reflexión sobre las relaciones entre las diferentes civilizaciones puestas en contacto en el proceso de expansión. Aquí es crucial diferenciar entre civilizaciones avanzadas agresivas y no agresivas. Las civilizaciones avanzadas agresivas explotarían y perjudicarían a las menos avanzadas tanto como les conviniese, e incluso las aniquilarían para arrebatarles su planeta. Las civilizaciones avanzadas no agresivas, por su parte, intentarían integrar a las menos avanzadas, tirando de ellas hacia su propio nivel, siempre que el salto evolutivo entre las dos no fuera muy pronunciado. En algunos casos, sin embargo, tales civilizaciones avanzadas encontrarían planetas habitados por civilizaciones primitivas con una enorme distancia (tecnológica, científica y genética) entre ellas. En particular, en lo que se refiere a las capacidades cerebrales, las diferencias entre los individuos avanzados y los individuos primitivos podrían ser patéticas. En estas circunstancias, lo que sería de esperar es que los individuos avanzados se comportasen de forma ‘ecológica’ hacia los primitivos, interfiriendo lo mínimo posible y muy discretamente con su evolución social y cultural, teniendo en cuenta que el contacto abierto destruiría esa civilización. Con esta percepción se hace menos difícil aceptar la posibilidad de que el Sistema Solar pudiera haber sido explorado o colonizado hace muchos miles, o incluso millones de años, por al menos una civilización avanzada no agresiva que hubiera tratado, y pudiera que todavía tratase, a nuestro planeta como una reserva natural y a nosotros como a una especie protegida.

Mi solución a la Paradoja de Fermi resulta de este escenario y consiste en dos hipótesis. La primera es El Principio Subantrópico: Nosotros no somos típicos entre los observadores inteligentes del Universo. Las civilizaciones típicas de las galaxias típicas estarían cientos de miles, o millones, de años más evolucionadas que nuestra civilización terrestre. La segunda hipótesis es La Conjetura de Indetectabilidad: Todas las civilizaciones suficientemente avanzadas camuflan sus planetas por motivos de seguridad, debido a la existencia de civilizaciones avanzadas agresivas, de manera que ninguna señal de civilización (ni de vida) pueda ser detectada por observadores externos, quienes sólo obtendrían datos distorsionados con el propósito de disuasión. Esta hipótesis explicaría por qué no detectaríamos ninguna señal de inteligencia proveniente del espacio exterior, aunque el Sistema Solar formase parte de una extensa hipercivilización. Además, de esta solución se desprende que: En el presente, muy probablemente, todas las galaxias típicas del Universo están ya colonizadas (o grandes regiones de las mismas) por civilizaciones avanzadas. En el vasto territorio de estas hipercivilizaciones, una pequeña proporción de sus individuos pertenece a subcivilizaciones primitivas.

Las civilizaciones avanzadas tendrían bases subterráneas y submarinas en los planetas primitivos de su territorio, por motivos militares y científicos. De hecho, el que nuestra civilización no haya sido nunca atacada por alienígenas agresivos, hasta donde conocemos, podría ser indicio de que estamos inmersos en una civilización avanzada que protege nuestro planeta como parte de su territorio. Curiosamente, en uno de los vídeos de El Universo de Stephen Hawking, el autor comenta: “Varios de mis colegas piensan que puede que nos visiten extraterrestres a bordo de algunos OVNIS. Yo no lo creo porque si vinieran extraterrestres la interacción con nosotros sería mucho más desagradable, …”. Así que Hawking no contemplaba la posibilidad de civilizaciones extraterrestres benévolas, que no nos atacarían e incluso podrían evitar que otras civilizaciones extraterrestres lo hiciesen.

La Conjetura de Indetectabilidad predice una probabilidad muy baja de éxito para el proyecto SETI, de búsqueda de inteligencia extraterrestre, ya que sus antenas sólo podrían detectar civilizaciones primitivas capaces de producir emisiones electromagnéticas. Pero después de alcanzado este nivel, cualquier civilización tardaría solo unos pocos cientos de años en aprender a ocultarse de observadores externos, haciéndose indetectable. Como resultado, el período de detectabilidad de una civilización promedio podría resultar muy corto y la probabilidad de que una civilización primitiva, como la nuestra, detectara otra sería insignificante. Por ejemplo, podría haber ocurrido que el planeta Tierra hubiera recibido los últimos programas de radio o TV de otro planeta hace 200.000 años y por un período de unos 500 años. Este efecto debería añadirse como otro factor más a la ecuación de Drake.

Por otro lado, esta solución a la Paradoja de Fermi es obviamente compatible con que algunos OVNIS pudieran ser naves extraterrestres (o intraterrestres, de colonias subterráneas), mientras que algunos ‘dioses descendiendo de los cielos’, podrían corresponderse con equipos varios de científicos y tecnólogos asistidos por personal militar, enviados para ayudar al desarrollo de la civilización terrestre. Esta solución también es compatible con la posibilidad de contactos entre individuos de civilizaciones avanzadas y algunos individuos de civilizaciones primitivas. De hecho, en [1] he identificado tres causas o razones principales que podrían motivar tales contactos: objetivos científicos en general, entretenimiento y/o afecto, y propósitos delictivos de todo tipo (abducciones y secuestros incluidos).


La sonda soviética Fobos 2 envió 38 fotografías de la superficie de Marte, algunas mostrando extrañas sombras. El 25 de Marzo de 1989, apuntando al satélite Fobos sacó una última instantánea (izqda), en la que puede apreciarse el satélite junto con un objeto cilíndrico muy alargado, cuya forma coincide con una de las sombras. Marina Popovich, coronel de las Fuerzas Aéreas Soviéticas, mostró esta fotografía en una rueda de prensa (dcha) en el consulado de la URSS en San Francisco, en 1991.
(Associated Press – The New York Times)


Para terminar, sospecho que la característica principal del escenario que propongo - la existencia de subcivilizaciones primitivas inmersas en grandes hipercivilizaciones - es muy probablemente verídica en el presente, o bien ocurrirá en el futuro, en la mayoría de las galaxias. La respuesta a la cuestión de si nuestra civilización es, en efecto, una tal subcivilización ignorante de la existencia de la gran hipercivilización, vendrá, o bien a través de tecnología avanzada que nos permita descartar tal posibilidad, o bien por la decisión de nuestros anfitriones, si es que existen, de mostrarnos sus caras abiertamente, lo cual podría suceder mucho antes.



Referencias:
[1] B. Gato-Rivera, (2003), arxiv: physics/0308078 (Inglés y español).
[2] B. Gato-Rivera, (2005), arxiv: physics/0512062 (Inglés y español).



Beatriz Gato Rivera.
Científica Titular.
Instituto de Física Fundamental, CSIC, Madrid.


No hay comentarios:

Publicar un comentario