Se anima la música
en el planeta rojo.
Blues para un planeta rojo.
En el capítulo “Blues para un planeta rojo”, Carl Sagan repasa nuestra historia
hasta posarnos (robóticamente de momento) en Marte, un planeta que siempre ha
despertado gran curiosidad a la humanidad. Una figura fundamental en el interés
de Sagan y de la sociedad del siglo XX por el planeta rojo fue Percival Lowell1.
Puede que los descubrimientos de Lowell no tuvieran gran repercusión
científica, pero el legado que nos dejó fue incalculable, ya que alimentó una
corriente de entusiasmo alrededor del planeta rojo durante décadas. Cuando tuve
la suerte de trabajar en Estados Unidos en el rover Curiosity de NASA, aproveché una visita de mi padre para cruzar con
él varios estados en coche y explorar el Observatorio Lowell en Flagstaff,
Arizona. Sentía que se lo debía. Después de todo, fue mi padre quien supo
transmitirme su pasión por el espacio a través de COSMOS; y COSMOS es la obra
que me ha hecho ser científico. Los seres humanos somos seres sociales. Nos
incomoda sentirnos solos. Tenemos la necesidad de estar acompañados y la
posibilidad de vida extraterrestre nos perturba. Como Lowell, queremos creer
que ha existido o existe vida en Marte, pero si buscamos la palabra creer en el
diccionario veremos que su significado es dar por cierto algo que no está
demostrado. Necesitamos evidencias y, lo que llama la atención, es que después
de más de medio siglo de exploración robótica del planeta rojo, no hemos
identificado en su superficie ni una sola pista de vida pasada o presente.
El optimismo generalizado alrededor de Marte
de la primera mitad del siglo XX recibió un jarro de agua fría cuando en 1964
se recibieron las primera imágenes del planeta rojo, adquiridas por el
orbitador Mariner 4, las cuales
mostraban un paisaje tremendamente árido, desolado y sin indicios de actividad
biológica. La decepción fue enorme. En 1969 se anunció a bombo y platillo en el
New York Times que la sonda espacial de NASA Mariner 7 había descubierto metano en la atmósfera marciana. De
nuevo, una corriente de entusiasmo inusitado se instauró en la sociedad, ya que
el metano en la Tierra es producido en un 95%, de forma directa o indirecta,
por actividad biológica. Sin embargo, poco después se demostró que lo que
realmente se había observado era hielo de CO2. Este suceso sirve
también como lección para resaltar lo importante que es no dejarse llevar por
el entusiasmo. Se volvió a constatar, tal como pasó con los canales de Lowell,
que somos seres emocionales, vulnerables a engañarnos a nosotros mismos. A
veces vemos lo que queremos ver, por eso es tan importante la rigurosidad
científica.
En
1976 llegó a Marte la misión de NASA Viking,
compuesta de dos aterrizadores y dos orbitadores. Esta misión, aunque fue la
segunda de la historia en aterrizar de forma controlada en Marte después de que
la soviética Mars3 lo hiciera en
1971, fue la primera en enviarnos imágenes nítidas de la superficie del planeta
rojo. Ambos aterrizadores estaban dotados de experimentos biológicos, los
cuales pretendían encontrar signos de actividad biológica en forma de
microorganismos. Un brazo mecánico recogía muestras del suelo marciano para
someterlas a pruebas biológicas. Los resultados de los experimentos fueron muy
ambiguos y los que dieron positivo eran compatibles con procesos químicos
abióticos. No se pudo concluir de forma inequívoca la presencia de vida en
Marte. Como solía decir Sagan, afirmaciones extraordinarias requieren
evidencias extraordinarias. Afirmar que existe vida en Marte es, sin lugar a
dudas, algo extraordinario que no está sustentado –al menos a día de hoy- por
evidencias extraordinarias. Después de las misiones Mariner y Viking, la
imagen de Marte como planeta estéril y anodino ofrecía poco interés para el
público general y parte de la comunidad científica. Utilizando la música como
metáfora, Sagan pensó que se le estaba cantando blues (género musical cuyo
significado es melancolía o tristeza) al planeta rojo, lo que dio título a este
capítulo de COSMOS.
De
forma rigurosa, Harold Klein, jefe de los experimentos biológicos de las Viking, recomendó que las primeras
misiones a Marte no buscaran vida, sino que caracterizan el absolutamente
desconocido ambiente físico-químico de la superficie marciana para poder así
diseñar convenientemente los experimentos de detección de vida de las
siguientes misiones. Sin embargo NASA, que estaba bajo mucha presión para
buscar vida en el primer aterrizaje, hizo caso omiso. Los experimentos
biológicos de las Viking estaban mal
planteados debido al desconocimiento que se tenía sobre la química del suelo
marciano. Después de los decepcionantes resultados, lo que vino después fue un
paréntesis de veinte años sin misiones a Marte, ya que muchas fueron
canceladas. Al menos aprendimos la lección, ya que la siguiente generación de
robots en superficie marciana Pathfinder,
Sojourner, Spirit, Opportunity, Phoenix, Curiosity e InSight, han
estado estudiando las condiciones del suelo marciano para no volver a repetir
el mismo error.
Nos
encontramos ya en condiciones de extender los experimentos de detección de
vida, realizados hasta ahora solo por las Viking,
con técnicas más modernas. Como astrobiólogo, es imprescindible tener una mente
muy abierta, pero sin perder nunca la rigurosidad científica. La Tierra es el
único lugar —de momento— donde conocemos vida y, con las debidas precauciones,
sabemos las condiciones en las que podría haberse formado. Es pertinente
comparar a la Tierra y a Marte en sus primeras etapas, pues si las condiciones
marcianas eran similares a las terrestres, es posible que en Marte hubiera
emergido también la vida. Lo realmente improbable, en mi opinión, es dar el
salto evolutivo que tuvo lugar en la Tierra cuando emergió la multicelularidad.
Es posible que la vida primitiva marciana no llegara nunca a ese estado, y tal
vez solo llegaron a formarse pequeñas colonias biológicas. O tal vez el proceso
se detuvo en un estado de evolución química prebiológica. O tal vez Marte se
esterilizó cuando perdió su campo magnético y con él gran parte de su atmósfera
y la posibilidad de agua líquida en su superficie. Mientras, la Tierra siguió
su camino. En las últimas décadas hemos descubierto organismos en la Tierra
capaces de adaptarse a condiciones extremas en las que pensábamos que la vida
no podría resistir. Son los llamados extremófilos. Me pregunto si
microorganismos similares podrían sobrevivir en el subsuelo marciano. Es cierto
que la letal radiación ultravioleta solar y las sales con alto contenido en
cloro —percloratos— presentes en el suelo de casi todo el planeta, no favorecen
ni la presencia de vida, ni la preservación de restos de vida pasada en caso de
haber existido. Notas de blues en el suelo marciano. Pero el subsuelo es algo
muy distinto, ya que se ha demostrado que a solo unas decenas de centímetros
por debajo del suelo se consigue un buen apantallamiento frente a la radiación.
Podría estar sonando rock & roll en el subsuelo marciano. De hecho, si
tenemos en la Tierra microorganismos viviendo en nichos con condiciones más extremas
de las que se podrían producir en el subsuelo marciano, ¿por qué no soñar con
que podría haber indicios de vida pasada o presente allí? Desde las misiones Viking, NASA no ha vuelto a buscar vida
en Marte de forma directa. Como hemos mencionado anteriormente, necesitábamos
entender mejor la química del suelo marciano para diseñar los instrumentos
biológicos convenientemente, evitando así falsos positivos con otros procesos
abióticos que producen una señal similar a la biológica.
Tal
y como sentenció Sagan, el primer paso en la búsqueda de vida extraterrestre es
buscar vida como la de nuestro planeta, porque es la única que, de momento,
conocemos. Una condición sine qua non para
que exista vida en nuestro planeta es la existencia de agua líquida, por eso
durante estas décadas las misiones han estado buscando este preciado elemento
en Marte. Una vez que se determinó que Marte posee enormes reservas de hielo de
agua en los casquetes polares y en el subsuelo, la prioridad fue determinar si
había existido agua líquida de forma estable en el pasado. Los rovers gemelos Opportunity y Spirit demostraron que, efectivamente, Marte había tenido en el
pasado lagos y, además, con un pH neutro, pero no pudieron determinar si esas
condiciones perduraron durante un periodo de tiempo prologando.
El
rover Curiosity, en Marte desde 2012,
ha confirmado sin embargo que en el cráter Gale existió un lago con un pH
neutro y una concentración salina no demasiado elevada durante al menos decenas
de millones de años de forma continuada, cumpliendo así el objetivo principal
de la misión, confirmar que Marte fue habitable en el pasado. Además del agua
líquida, la vida en la Tierra está basada en el carbono, por eso un buen
biomarcador son los compuestos orgánicos complejos como los aminoácidos,
huellas químicas en las rocas que podrían haber dejado microorganismos en el
pasado de Marte. Precisamente, otro de los grandes descubrimientos realizados
por el rover Curiosity fue la
identificación de sustancias orgánicas. Desafortunadamente, el método de
calentamiento de muestras utilizado para buscar estos compuestos orgánicos,
descompone las moléculas más complejas en otras más sencillas por culpa de las
altísimas temperaturas, por lo que no podemos concluir que los compuestos
orgánicos descubiertos sean de origen biológico. Una vez que el rover Curiosity ha confirmado que Marte fue
habitable en el pasado, unos de los objetivos primordiales del rover Perseverance, cuyo lanzamiento está
previsto para julio de 2020 (con la estación meteorológica española MEDA a bordo), será averiguar si Marte
ha estado habitado. Nótese la diferencia entre habitable y habitado. Pongamos
un sencillo ejemplo. Imaginemos que buscamos vivienda y contamos con la ayuda
de un agente inmobiliario. El agente nos enseña dos viviendas. La primera está
en buen estado, pero completamente vacía. No hay ningún indicio que nos pueda
dar información de si alguna vez ha estado habitada. Podemos decir, eso sí, que
es habitable. En la siguiente vivienda que visitamos vemos que quedan algunos
recuerdos de los anteriores inquilinos. Podemos decir, no solo que se puede
vivir en ella (habitable), sino también que alguien ha vivido en ella
(habitada). Aunque el rover Perseverance
no incorpore, por motivos presupuestarios, ningún instrumento para descubrir
directamente formas de vida, uno de sus objetivos principales será buscar e
intentar identificar de forma unívoca la naturaleza biológica de compuestos
orgánicos complejos, en caso de existir.
Prueba de conducción del
rover Perserverance en el JPL. Crédito: NASA
En
mi opinión, el planeta rojo tiene todavía muchas sorpresas y maravillas que
depararnos. Si algún día descubrimos vida en Marte, el blues dará paso al rock.
Dejemos la música melancólica a un lado y empecemos a cantarle rock & roll
al planeta rojo.
Notas:
1 Lowell estaba obsesionado con los estudios de Giovanni
Schiaparelli, quien en 1877 observó en Marte lo que parecían ser finas líneas
oscuras que atravesaban el planeta y que interpretó como canales fluviales
naturales. Un error al traducir la palabra italiana “canali” (canales
naturales) a la anglosajona “canals” (canales de riego artificiales),
significaba la certeza para Lowell de que una civilización marciana avanzada
era la responsable de tal obra de ingeniería, lo que le produjo una obsesiva
búsqueda de vida en el planeta Marte. Lowell también observó las líneas de
Schiaparelli, pero se sospecha que en realidad lo que veía eran los capilares
de sus propios ojos, extenuados después de tantas horas seguidas de
observación.
Jorge Pla-García.
Doctor
en Astrofísica. Investigador Ciencias Planetarias (Centro de Astrobiología,
CSIC-INTA y Space Science Instute, USA).
Miembro de las misiones
NASA Curiosity, InSight y Perseverance.Ciclo de Conferencias "COSMOS y el legado de Carl Sagan"
Museos de Tenerife
Episodio 5. Jorge Pla García
(12/02/2021)
Añadido por el coordinador (Quintín) el 18/07/2023
Con Jorge tras una charla de este en el Planetario de Madrid
Ya iré informando (con imágenes) según lo vaya montando
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