martes, 23 de junio de 2020

Rock and Roll para un planeta rojo - Beatriz Sánchez-Cano

5.1
Rock and Roll para un planeta rojo.
Blues para un planeta rojo.





El mejor libro es aquel que después de 40 años te sigue haciendo soñar, te transporta a otro planeta, y te hace revivir el entusiasmo que anteriores científicos pusieron para explorar el espacio que nos rodea. En concreto, el capítulo “Blues para un planeta rojo” dedicado a Marte es exquisito, y el entusiasmo mostrado por varias generaciones hacia la exploración de nuestro vecino rojo es absolutamente contagioso.
Aunque nos separen cuatro décadas desde que el capítulo fue escrito, Marte sigue siendo uno de los principales motores de la exploración planetaria tal y como Carl Sagan lo describió. La habitabilidad y posible vida microscópica pasada/presente bajo su superficie son los pilares de la exploración actual. Si en aquel entonces “Blues de un planeta rojo” evocaba la fantasía de existencia de vida en Marte o que el planeta pudiera haber sido azul como la Tierra en un tiempo pasado, creo que en la actualidad sería apropiado llamarlo “Rock and Roll para un planeta rojo” porque su superficie rocosa aún tiene mucho que enseñarnos y porque, en el momento actual, la exploración Marciana esta más de moda que nunca.
El momento en que las Vikings 1 y 2 se posaron en la superficie de Marte, no solo fue un hito en la historia de la exploración espacial, sino el punto de partida de la exploración planetaria tal y como la conocemos hoy en día. El legado fue tal, que hasta la llegada de la misión americana MAVEN (Mars Atmosphere and Volatile Evolution mission) en septiembre de 2014 (¡42 años después!), los únicos dos perfiles de densidad y temperatura que se tenían de la alta atmosfera de Marte eran los que se tomaron durante el descenso de los dos aterrizadores de las Vikings. Pero si hay algo en lo que la exploración de Marte ha sido constante desde los tiempos de Schiaparelli y de Lowell, ha sido en la búsqueda de evidencias de vida y la caracterización de la habitabilidad del planeta. Hasta la fecha, ninguna misión ha encontrado restos de vida presente o pasada en su superficie, aunque esto no quiere decir de ningún modo que no haya habido.
Existen numerosas pruebas que indican que Marte fue una vez mucho más cálido y húmedo, tuvo grandes ríos y el agua líquida corrió por su superficie (Figura). Por lo tanto, Marte y la Tierra presentaron condiciones similares en sus primeros millones de años, haciendo la aparición de microbios viable también allí. Si a todo esto le añadimos la controversia actual sobre la presencia de metano en Marte, tenemos ante nosotros la explicación de por qué la exploración de nuestro vecino rojo sigue siendo uno de los principales objetivos en la búsqueda de signos de vida en el Sistema Solar.

Tres imágenes de Marte tomadas por la misión europea Mars Express donde la presencia de agua presente o pasada es evidente. Imagen superior: Cráter Korolev cubierto de agua helada. Imágenes del medio e inferior: surcos de antiguos ríos de agua líquida. Imágenes de ESA/DLR/FU Berlin.


En cuanto al tema del metano existe actualmente una interesante controversia sobre la presencia de trazas de este gas, ya que es un marcador de presencia de vida microbiana, aunque este, también se puede originar por procesos volcánicos o por actividades hidrotermales. Sabemos, sin embargo, que su presencia es inestable desapareciendo rápidamente por causas físicas que aún se desconocen. Por tanto, medir metano en Marte podría implicar la existencia de una fuente donde este gas se genera continuamente.
Todas las nuevas misiones mandadas a Marte durante la última década cuentan con instrumentación apropiada tanto para su medición como para la localización de sus posibles fuentes. Sin embargo, las observaciones que nos envían tanto desde la superficie como desde órbita son contradictorias. La primera evidencia de metano en la atmósfera de Marte se tuvo en 2004 gracias a la sonda europea Mars Express y fue al poco tiempo confirmada por telescopios terrestres. Mars Express nos ha mostrado que las concentraciones de este gas varían a lo largo de las estaciones y de los años. Sin embargo, en 2012 el rover Curiosity de la NASA aterrizó en Marte y al principio no encontró metano, generando más dudas sobre la existencia de este gas. Fue así hasta que, en 2014, detectó un pico en la producción de este gas. Desde entonces, el metano se ha observado de forma intermitente en Marte llevándonos a la conclusión de que existe una variación estacional. Desafortunadamente, el rover Curiosity no tiene la capacidad de distinguir entre los isotopos de metano, y, por tanto, nos deja sin saber si el origen es geológico o biológico. En 2016, Europa y Rusia mandaron a Marte otra nave para orbitar el planeta, llamada ExoMars Trace Gas Orbiter, a la que le seguirá en 2022 un rover para la superficie llamado Rosalind Franklin. El orbitador Trace Gas Orbiter, que en principio es la nave con mejor tecnología para descifrar los enigmas del metano, no ha encontrado signo alguno de este gas en la atmosfera marciana aun, contribuyendo aún más si cabe al misterio de su origen y destrucción.
No obstante, no todo en Marte es metano. Las misiones actuales cuentan con la instrumentación precisa para determinar las condiciones de habitabilidad presente y pasada de Marte. En concreto, en los próximos dos años varias misiones de diferentes agencias espaciales serán lanzadas a Marte. En julio de 2020, serán tres entre las que se incluyen la agencia americana NASA con el rover Perseverance de la misión Mars2020, la misión Tianwen-1 de China (orbitador, aterrizador y rover), la misión “esperanza” (Hope en inglés) de los Emiratos Arabes Unidos. A estas les seguirá el rover Rosalind Franklin de la agencia espacial europea y rusa en 2022. España participa en varias de estas misiones proporcionándoles diferentes instrumentos, como por ejemplo, para el rover Rosalind Franklin. El objetivo principal de esta misión será resolver una de las preguntas pendientes de nuestro tiempo intentando esclarecer si la vida alguna vez existió o si todavía está activa en Marte hoy1. Para ello, el rover consta de un conjunto completo de instrumentos dedicados a la investigación en exobiología y geoquímica, así como un perforador de hasta 2 m para recolectar y analizar muestras del subsuelo.
Desde la época de las Vikings sabemos que no hay vida en la superficie de Marte (o al menos, ¡no la hemos encontrado aún!), pero conocemos muy poco sobre si podría existir vida bajo su superficie. De hecho, es sabido que la superficie de Marte es un medio muy malo para la conservación de biomarcadores debido a que la dosis de radiación ultravioleta es mayor en Marte que en la Tierra, y esta produce especies oxidantes reactivas que destruyen los biomarcadores. Esta radiación no solo afecta a la superficie, sino que también a los materiales que se encuentran por debajo de la superficie. Por todas estas razones, esta misión es muy prometedora ya que por primera vez se estudiará el subsuelo marciano hasta 2 m de profundidad, lo que implica que, por primera vez, materiales que han permanecido casi intactos y protegidos de la radiación solar serán analizados. De haber existido vida en Marte, esta sería la misión que podría encontrarla.
Marte sigue más vivo que nunca, y no solo debido a que recientemente la misión americana InSight haya medido “martemotos”, sino porque a pesar de tener un aspecto árido y difícil, Marte está muy arraigado dentro de todos nosotros y su conquista humana cada vez se siente más cercana. Todos los países quieren ir a Marte tanto como quieren volver a la Luna, y sueñan con resolver las mismas preguntas que Carl Sagan sabiamente postuló hace 40 años en este libro. Pero no solo los países a través de sus agencias espaciales públicas quieren ir a Marte, sino también el sector privado. Existen compañías como SpaceX que ha marcado Marte como su preciado diamante a conseguir, con el lema “Marte y más allá, el camino hacia la humanidad multiplanetaria2”. Entre sus objetivos está ir y volver de Marte, así como llevar a humanos hasta allí. Quién sabe, ¿serán estos los próximos vuelos transplanetarios que cogeremos en unos años? Parece que pronto tendremos conocimiento de lo lejos que podemos ir.
Podríamos decir que la exploración de Marte es una carrera llena de obstáculos, pero que por más que mandamos sondas allí, más nos damos cuenta de nuestra ignorancia sobre el querido vecino rojo.
Aunque podríamos decir que en 40 años la vida da muchas vueltas, en este caso, al desconocer si hay o ha habido vida, necesitaremos al menos otros 40 años más para empezar a entender el porqué de esta fascinación por un planeta simplemente rojo.

Notas:



Beatriz Sánchez-Cano.
Doctora en Ciencias Físicas.
Post-Doctoral Research Associate.
University of Leicester, Reino Unido.


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